Buenas de nuevo a todas/os!Siento haberme retrasado tanto en publicar la primera parte de este relato, os pido predon. Bueno, y ahora os traigo la primera parte de mi relato sobre Caperucita y el lobo salvaje. Esta primera parte es flojilla, ya que presenta el aspecto del lobo y cómo se encuentra con Caperucita mientras él dormía. Leer y dejaros llevar por las sensaciones de la dulce Caperucita cuando se encuentra con su querido lobo ;)
CAPERUCITA
Un gran sauce apareció ante mí, con sus miles y largos brazos cayendo sobre él, simulando una cascada. A sus pies, un hombre dormía profundamente. No sentí miedo, a pesar de tener un cuerpo notablemente robusto y fuerte. Me acerqué con cautela y curiosidad, devorando la imagen de aquel ser tan increíblemente bello. Poseía una piel color café que me hipnotizaba, un pelo oscuro como el azabache perfectamente cortado ,que le sentaba de maravilla, junto con una pícara barba de tres días que me hacía enloquecer. Era ancho de hombros y de espalda grande, de brazos musculosos y piernas fuertes y resistentes. Me recordaba a los guerreros espartanos, que luchaban con fiereza por su patria. Realmente parecía un guerrero. Varias cicatrices adornaban sus brazos y su pecho. Tal vez tuviera más por la espalda-pensé, curiosa. Pero su espalda estaba apoyada contra el tronco, como si se hubiera quedado dormido mientras tomaba un descanso sentado bajo aquel árbol. Me arrodillé a escasos metros de él y una pequeña ráfaga de viento me llenó las fosas nasales con su aroma. Un dulce olor a almizcle y a hierba fresca me invadió por completo, produciéndome una agradable sensación de paz. Era el aroma que andaba buscando desde hacia tiempo.
Deseé tocarlo, saber si aquel espejismo es verdadero. Alargué el brazo con cuidado de no hacer ruido, pero antes de que mis dedos llegasen a rozarle, una mano fuerte y masculina me agarró de la muñeca. Abrí los ojos como platos y di un respingo. Se había despertado. Una alarma sonó en mi interior, advirtiéndome sobre el peligro. Sus ojos se clavaron en los míos, que me miraban desafiantes y con las pupilas dilatadas. Aquellos faros de color amarillo me hipnotizaron, impidiendo a mi cuerpo moverse. Miró mi mano con curiosidad y se la acercó a la boca. El pecho comenzó a latirme con fuerza. No, no, no. Quise apartarme, pero mi mano no se movió ni un centímetro. Podía sentir su respiración en mi muñeca, y aquello me alteraba.
-Vaya vaya… ¿Qué hace la pequeña Caperucita roja por el bosque del lobo?- preguntó casi en un susurro. Su voz era extremadamente sensual, pensé. Y seguidamente, sacó la lengua y me lamió la muñeca. No. Me mordí el labio.
-N-no… Apártate- intenté desasirme de él, pero fue en vano.
El licántropo sonrió.
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