jueves, 24 de septiembre de 2015

El extraño

La inmundicia de la calle me rodeaba en aquel oscuro callejón, junto a un agrio hedor que se había encadenado a mi piel cómo una asquerosa garrapata, producido por el abandono corporal y el aislamiento. Tendida en el suelo, y con una aguja colgando de mi brazo, esperé el momento en que el exceso de drogas que recorría mi cuerpo consiguiera parar al fin mi cansado corazón. Observé, entre las sombras, el gentío que pasaba por delante del callejón, y deseé con todas mis fuerzas poder tener una vida como ellos, con lujosas ropas y seguramente un futuro próspero. Pero yo había despreciado el mío, con el mayor de los ultrajes, tomando mi vida cómo algo inútil e insignificante y llevando mi cuerpo a límites insanos. Con gran esfuerzo, giré mi cuerpo para colocarme en posición fetal, al sentir un sabor ácido recorriendo mi garganta, seguido por una masa homogénea de alimentos descompuestos. Abrí la boca y vomité la poca comida que había ingerido en aquellos últimos días, sabiendo que mi cuerpo ya no aguantaría mucho más. Me separé varios metros a rastras de esa asquerosa fuente de alimento para las ratas y apoyé mi espalda contra la pared del callejón. Mi visión cada vez estaba más nublada, y mis extremidades prácticamente habían dejado de moverse, cómo si hubieran entrado en un profundo sueño. 
El peso de mis párpados aumentó, ya estaba lista para caer en manos de Morfeo, cuando sentí que alguien se aproximaba hacia mí. Giré la cabeza lentamente y vi, cómo un hombre de gran estatura se agachaba a mi lado y me sonreía con complicidad. Fruncí el ceño, sin saber qué quería de mi. Vestía una larga gabardina negra con una infinidad de hebillas metálicas en ella, un jersey oscuro y unos pantalones del mismo color. En su cabeza descansaba un refinado sombrero de copa con el borde amplio, para tapar las facciones de su rostro. Lo único que podía ver en él, eran los destellos que ofrecían unas gafas clásicas redondas que tapaban por completo su mirada, todo él era enigmático y misterioso. 
-¿Q-qué quieres?-pregunte con las pocas fuerzas que me quedaban.
Él no respondió, simplemente se limitó a llevarse un dedo a los labios e indicarme que mantuviera silencio con aquel gesto. 
Entonces, se llevó a la boca su muñeca y frente a mí, hundió sus dientes en ella. Con asombro y temor, me percaté de los dos grandes y afilados colmillos que se entreveían entre sus dientes, cubiertos de su sangre. Pero tan siquiera tenía el vigor suficiente para gritar, mi cuerpo ya abandonaba este mundo y, con los últimos latidos de mi corazón, caí sobre el extraño hombre, que me agarró con firmeza. Mis párpados ya no lo soportaron más, mi corazón tampoco, pero justo antes de sentir el gélido abrazo de la muerte, percibí un extraño líquido caliente, entrando por mi boca y descendiendo por mi garganta. El sabor metálico de la sangre, fue mi último recuerdo, antes de abandonar aquel mundo, entre la inmundicia de aquel callejón oscuro y el hedor de mi piel, sujeta por un extraño con afilados colmillos. 

Me vi suspendida en una sorda oscuridad, navegando por un agónico mar de sombras que transportaba mi cuerpo inerte a un lugar sin fin, cuando sentí una sacudida que hizo vibrar todos mis músculos. Abrí los ojos, a la segunda sacudida, cómo si alguien intentara despertarme a base de golpes o cientos de descargas corrieran por mi sangre. Y entonces, volví a verle. Seguía en la misma posición que cuando mi vida se escapó de entre mis manos, sujetándome con fuerza contra él. Me apresó un ataque de tos y me llevé las manos a la boca, mientras mi cuerpo se convulsionaba y el hombre permanecía callado, esperando algo. No entendía nada, ni cómo había podido sobrevivir a tal cantidad de drogas, hasta que contemplé mis manos, llenas de sangre que había expulsado al toser. Miré al hombre, que conservaba todavía la gran herida de sus dientes en la muñeca, y este me acarició la cabeza, mientras con la otra mano limpiaba las lágrimas que descendían por mis mejillas. Entonces grité, lancé un alarido que subió hasta el cielo despejado de aquella mañana, que fue contestado por aullidos de perros y ladridos. Sentí una gran ola de calor que recorría mi cuerpo, cómo si quemara cada uno de mis músculos y articulaciones. Experimenté el dolor más intenso que había sentido jamás, escuché el quebrar de mis huesos y cómo mi sangre corría a toda velocidad. Iba a gritar de nuevo, presa por el miedo y la tortura que estaba sufriendo, cuando el hombre de gafas clásicas me tapó la boca y ahogó mis gritos. No decía nada, tan siquiera me consolaba. Se limitó a agarrarme con excesiva fuerza y a bloquear mis movimientos, cómo si yo fuera una enferma mental y él mi camisa de fuerza. Pataleé y contraje mi cuerpo, deseando que aquella angustia terminase pronto. En posición fetal y sin apenas fuerzas, me aferré al abrigo de aquel desconocido y soporté los fuertes temblores que sufría mi organismo, pensando que volvería a dejar este mundo. Pero a los pocos minutos, tras los espasmos, el dolor y las náuseas, todo cesó de golpe, cómo si jamás me hubiera ocurrido nada. Miré al extraño hombre, que había separado al fin su mano de mi boca, y le observé abatida, esperando una respuesta a lo que me había ocurrido. Este se limitó a mirarme a través de las gafas redondas y a sonreír enigmáticamente. Al hacerlo, entreví sus afilados colmillos entre una hilera de relucientes y perfectos dientes. Por instinto, pasé mi lengua por mi dentadura y en ese momento, mi corazón dio un vuelco. Mis colmillos parecían haber aumentado de tamaño. Abrí la boca, sin poder creérmelo y comprobé con uno de mis dactilares, que estaba en lo cierto. 
-Bienvenida-dijo con voz gutural, el extraño, mientras sonreía de nuevo.

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domingo, 20 de septiembre de 2015

Evento Petit Sant Jordi II


¡Estoy de vuelta!


¡Bienvenid@s de nuevo a mi blog!

Con el principio de los estudios y el final de las vacaciones (qué desgracia...), el blog vuelve a estar en funcionamiento ;) Ya sabéis que yo colgaré textos y demás cuando tenga tiempo y la inspiración me lo permita, ya que cuando ésta me falta, me salen aberraciones literarias. Y yo sólo cuelgo cosas decentes y con un poco de nivel (me gustaría pensar) para poder entreteneros y que paséis un buen rato leyendo. Dicho esto, llego con un evento al que asisto y si alguien es de la zona (Barcelona y alrededores) tal vez le gustaría pasarse: EL PETIT SANT JORDI II. Para más información sobre el evento, os dejo un link de facebook: Petit Sant Jordi II .En él os aparecerá un grupo y si queréis saber más sobre este festejo, haceros miembros del grupo y en él encontraréis información sobre los escritores que asisten, los sorteos y concursos que lo componen... De todo! Y yo os voy a hablar de un concurso que hay en el Petit Sant Jordi II ("Pequeño San Jorge II" para los que no seáis de Cataluña) que va sobre... En efecto, ¡de MICRORRELATOS! No podían faltar mis pequeños microrrelatos en este evento, si soy una de las coordinadoras ;) Os cuento cómo va, si queréis participar. El requisito principal, es que asistáis al evento, porqué el día que se celebre, será el día que se den los premios a los microrrelatos ganadores. 

Aquí os dejo los carteles en los que se explican las bases del concurso: 






























(Siento el tamaño de las fotos)

Dicho todo esto, sólo me queda decir que este evento es posible gracias a las Locas por la Lectura
Espero que os apuntéis al concurso y si por alguna razón no podéis asistir al Petit Sant Jordi pero os gustaría escribir algún pequeño texto sobre estas imágenes, sois libres de hacerlo, siempre y cuando me aviséis por los comentarios para que los lea ;) Me encantaría poder leer algún microrrelato vuestro! 
Un beso a todos y buena tarde :)
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miércoles, 13 de mayo de 2015

Emma. 10



EMMA

5 años más tarde. 20 de Julio, 2047
11:31 am
Ubicación: Imprecisa (Estado de Canadá)

Papá se había dormido, pero llegué a la casa de los columpios tal y cómo él me había explicado en casa. No me equivoqué con ninguna otra, ya que esta tenía un enorme rotulo con ositos y muñecas, en la que había escrito “Casa de acogida: La mariposa feliz”, o algo así había dicho Papá. Caminé con cuidado para que mis pies descalzos no pisaran algún cristal o piedrecitas puntiagudas y subí las escaleras del portal, agarrándome a la barandilla. Miré la enorme puerta y me puse de puntillas, para rozar el timbre con los dedos. Papi tenía razón, con cinco años ya podía alcanzar el llamador. Y después de escuchar el timbrazo, esperé a que se abriera la puerta. Y cuando eso pasó, una señora con un gran moño en el pelo apareció tras ella, mirándome a través de unas gafas muy pequeñitas. 

-¡Dios mío! ¿Pero qué te ha pasado, pequeña?

Siguiendo las explicaciones de Papá, me cubrí los ojos y comencé a llorar.

-Hambe- expresé.
-Ay, cielito, no llores-me alzó en sus brazos y me acunó, intentando calmar mi falso llanto- ¿Dónde está tu casa? Una niña como tú no debería estar por la calle con este frío, ¡y menos descalza!-exclamó alarmada, al ver mis piececitos de un ligero color oscuro por el barro y la tierra del suelo. 

Inocentemente, señalé al otro lado de la carretera, en dirección a la espesura del bosque que se erguía en la otra acera. La señora del gran moño miró en esa dirección frunciendo el ceño y luego me miró, negando con la cabeza. Yo moví mi cabecita, asintiendo. Era una niña buena y siempre decía la verdad. 

-Vamos dentro, anda. Y ahora me explicas donde has dejado tus zapatos-y la señora cerró la puerta conmigo en brazos.

>>Finalmente, aquella noche dormí en una cama de verdad, tal y cómo me había prometido Papá. Era muy suave y calentita, y las sábanas olían a rosas. Antes de eso, la señora del moño me había dado de comer una sopa riquísima con pollo, mientras me hacía preguntas que no entendía. Pero gracias a Papá, que me chivaba las preguntas, conseguí que me dejara comer tranquila. Luego cené y acabé durmiéndome con la voz de fondo de la señora Ross-o así me había dicho Papá que se apellidaba- , hablando por teléfono. 

************

-Vamos Emma, levanta chiquilla-me despertó la señora Ross enérgicamente-¡Que el señor y la señora Vera deben estar al caer!

Emití algunos gruñidos y me enrosqué en mi misma, dispuesta a seguir durmiendo, cuando rememoré el especial motivo de aquel día. Miré el reloj y exclamé en cuanto vi que me estaba retrasando, salté de la cama y me dirigí rápidamente al lavabo, donde la señora Ross me estaba esperando con mi ropa en la mano. 

-¡Espabila chiquilla, que todavía has de desayunar y acabar de ordenar tu maleta!-me dejó la ropa encima de una silla y salió de allí con la rapidez de un relámpago. 

Me subí al alzador que tenía preparado y agarré el cepillo dispuesta a batallar con mi maraña de cabello azabache cómo cada mañana, mientras intentaba colar mi pie por una de las perneras del pantalón. 

Cada cosa a su tiempo, Emma. No debemos cometer errores hoy.

-Si papá-susurré, dejando el pantalón a un lado y centrándome en acabar de peinarme el pelo. 

Me puse de puntillas y observé mi cara, repleta de pequeñas pecas alrededor de la nariz y, siguiendo la rutina, las conté. Doce minúsculos lunares había, y ninguno parecía haberse marchado. Desde que Luna –mi compañera de habitación- me había contado que a ella le había desaparecido una gran peca que le gustaba mucho, me había asegurado de contarlas cada día. Después de eso, me atavié con un jersey color crema, unos tejanos y los zapatitos que me compró la señora Ross para la ocasión. Había tenido que esperar cinco años para poder ponérmelos, y con diez que había cumplido, al fin llegó el momento de dejar la casa de acogida. Puse la mano en el corazón, soplé hondo e intenté apaciguar el miedo que atesoraba mi interior. Todo iba a ser nuevo para mí, nada volvería a ser cómo hasta entonces… Y aquello me asustaba en gran medida.

-¡Emma! El desayuno está listo-informó Ross des de la cocina.
-¡Voy!-contesté, dejando todo bien ordenado y en su sitio.

Al llegar a la cocina, me encontré con Luna sentada en la mesa central, rodeada de pastelitos y cruasanes, y a la señora Ross junto a la encimera, preparando dos tazas de leche con Nesquick, siguiendo la rutina. 

-Emma, siéntate a mi lado-me indicó mi amiga con una gran sonrisa, dando golpecitos a la silla que había junto a ella.

Me senté a su lado y dediqué unos segundos a contemplarla: Tenía unos ojos azules y un cabello plateado que me encantaban contemplar, una sonrisa eterna en su rostro que admiraba y un carisma que veneraba. Su piel color miel contrastaba tímidamente con sus pequeñas pecas de niñez y poseía una nariz pequeña y respingona, igual de adorable que su pequeña boquita. Tenía un talante y una perseverancia respetable para una chiquilla de nuestra edad -diez años, ni más ni menos-, y una capacidad para escuchar que siempre venía bien en aquel lugar. 

-¿Tengo algo en la cara?-me preguntó, palpándose las mejillas.

Solté una pequeña carcajada y negué con la cabeza. 

-Aquí tenéis-la señora Ross posó las dos tazas delante de nosotras y nos alcanzó el paquete de cereales-. No os entretengáis cómo cada mañana, que hoy es un día muy importante para Emma y no le sobra tiempo para cotilleos matutinos.

Un gran revuelo en la sala contigua, gritos y quejidos acompañados por golpes y persecuciones dejaron en segundo plano las advertencias de la señora Ross. Esta bufó y salió disparada, dispuesta a poner orden a los rebeldes de mis compañeros, la mayoría mucho más pequeños que nosotras e inmensamente más maleducados e irritantes. 

-¡Te echaré de menos, Em!-se apresuró a decir Luna, en cuanto Ross salió por la puerta- No te olvides de mi, que yo nunca lo haré- me miró con los ojos ligeramente empañados. 

Conmovida, abrí los brazos y sonreí con ternura, a pesar de las pequeñas lágrimas que amenazaban con escaparse entre mis párpados. Luna se tiró a mis brazos y nos fundimos en un cálido abrazo, ajenas al escándalo que había en el resto de la casa de acogida, distantes a todo lo que nos envolvía. Las dos lloriqueamos y nos transmitimos todo el cariño que nos teníamos, el aprecio y el apego que sentíamos la una por la otra, en aquel duradero achuchón. 

-Te echaré de menos, Em, muchísimo, muchísimo…-gimoteó Luna sumergida en mi hombro.
-Y yo a ti, Luna. N-no te olvidaré jamás…Tengo tanto miedo, Luna, tanto miedo…-conseguí expresar entre hipidos- Quédate a mi lado, por favor-rogué con un reguero de lágrimas descendiendo por mis rosadas mejillas-, no quiero separarme de ti. 

Era cierto, estaba aterrada. Iba a comenzar una nueva vida, en un nuevo lugar, con dos personas que prácticamente no conocía, y todo eso lo experimentaría yo sola. Siempre había tenido a Luna a mi lado, para apoyarme en ella, o a la señora Ross. Pero en unas horas, estaría sola. 

-Mira-dijo entonces ella, metiendo la mano en el bolsillo de su bata. De este sacó dos pulseras de hilo, una de color morado y otra de color verde. Me tendió esta última-. Con esto nunca te sentirás sola y cuando estés asustada, mírala y acuérdate de mí-me la ató a la muñeca con facilidad y rapidez-, ¡Y acudiré a tu llamada, para darte el empujón que necesites!- y terminó el discurso con una gran sonrisa, de esas que tanto me animaban. 

Le devolví el gesto, más calmada y tranquila. La abracé de nuevo, deseando que aquel momento no acabara nunca, pero la señora Ross no parecía pensar lo mismo en cuanto volvió a entrar, con el moño alborotado y una expresión de reprobación en el rostro.

-¡Emma, espabila que se te hace tarde!-exclamó, gesticulando con sus brazos y haciendo bailar la flácida piel que colgaba de ellos- ¡Los señores Vera llegarán en cinco minutos!


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martes, 12 de mayo de 2015

Decálogo para ser un/a buen/a escritor/a

¡Buenos días a tod@s!

Hoy, cómo no tengo mucho tiempo para escribir (mañana tengo el examen de filosofía), os quiero dejar con uno de los decálogos que más me ha gustado para llegar a ser una escritora. Es breve, conciso, fácil de entender y a la vez transmite el esfuerzo y la perseverancia que se ha de emplear para llegar a ser un buen escritor. 


Escribe
Escribe más.
Escribe todavía más
Escribe incluso todavía más
Escribe cuando no tengas ni ganas
Escribe cuando las tengas
Escribe cuando tengas algo que decir 
Escribe cuando no tengas nada que decir
Escribe cada día.
Continua escribiendo.
Brian Clark, dramaturgo
y guionista británico

Y siguiendo con los decálogos, os dejo este Decálogo, de mi querido Augusto Monterroso, máximo representante del microrrelato español. (Este es más largo, pero es interesante echarle un ojo ;)


Primero.
Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

Segundo.
No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

Tercero.
En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".

Cuarto.
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

Quinto.
Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

Sexto.
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

Séptimo.
No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

Octavo.
Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

Noveno.
Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

Décimo.
Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.
Undécimo.
No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

Duodécimo.
Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.


¿Qué os han parecido? ¡A mi con leerlos, ya me dan ganas de ponerme a escribir! Que ganas de acabar las recuperaciones finales jejejeje Que tengáis buena mañana! 

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domingo, 10 de mayo de 2015

La leyenda del Dragón

¡Buenos días a to@s!

Hoy tengo muchísimas ganas de escribir, pero por desgracia, he de estudiar para una recuperación de historia de la filosofía, así que os dejaré con un texto que escribí hace un par de semanas, para un concurso de Sant Jordi (San Jorge). Para los que no sepáis de que va esta festividad, es una fiesta del Libro, donde todos regalamos libros y rosas, por una leyenda que se ha conservado junto a este día. La leyenda habla sobre un pueblo el cual vive atemorizado por un dragón al que han de ofrecer víveres y animales para que no destruya el poblado, hasta que se quedan sin sustento. Entonces comienzan a ofrecer gente del pueblo, de un modo al azar con papeletas, hasta que le toca a la princesa de aquel reino. Con mucha tristeza, se la ofrecen al dragón, y cuando está a punto de engullirla, aparece un caballero que la salva y derrota al dragón. Y de la sangre de la bestia, aparece una rosa roja, la cual le regala el caballero a la princesa. Entonces todos viven felices y contentos. Y por esa leyenda, los hombres regalan rosas a las mujeres y las mujeres a los hombres, libros. Es la fiesta que más me gusta, a decir verdad^^ Y en mi texto que ahora enseñaré, narro esta leyenda des de otro punto de vista: El del Dragón. Espero que os guste  :) 

La leyenda del Dragón

Sintió la estocada en lo más profundo de su vientre, el frío acero perforando los huesos y rasgando sus músculos, y exhaló un potente rugido de dolor, que se elevó hasta el cielo. Su gigantesco cuerpo perdió el equilibrio y las fuerzas, y cayó cómo un castillo de naipes, cuando vio al caballero que lo había derrocado, henchido de júbilo y felicidad, mientras se acercaba a la princesa. Esta, emitió una de sus bellas sonrisas, y se echó en brazos de su salvador, cuando su mirada se cruzó con la del dragón, abatido en el suelo, y le impresionó lo que vio: una gran lágrima descendía por el rostro escamado de la bestia, sin poder apartar los ojos de ella. El dragón, experimentó un dolor inmenso en su pecho, más que la puñalada que le estaba arrebatando la vida. Sintió cómo dolía la mirada de aquella preciosa mujer, de la cual estaba enamorado, el perfume que trasportaba el viento hasta sus fosas nasales, la angustia de verla junto al hombre que lo había condenado al otro bando y la impotencia por engañar a sus propios sentimientos. Sin duda, aquella prestigiosa mujer de aquel pueblo, lo había atrapado hasta su último aliento. Cuando su visión comenzó a nublarse y notó cómo sus últimas fuerzas lo abandonaban, vio las formas difuminadas de su amor acercándose hasta él. Entonces, notó un pequeño foco de calor en su carrillo: la palma de la princesa. Otra lágrima se escapó por sus ojos, al sentir la felicidad de tenerla tan cerca. Y con aquel último regalo que le brindaba la vida, el titánico dragón se abandonó a la muerte...
Nadie se lamentó, no hubieron momentos de silencio ni un simple quejido de tristeza por la muerte de la bestia, todos celebraron la victoria del caballero y rieron felices, excepto la princesa, que continuaba postrada al lado del cuerpo sin vida, confusa. Entonces, observó cómo de la caliente sangre que brotaba del dragón, creció una hermosa rosa escarlata, la más bella que había visto jamás. Se quedó prendada al verla, y sin saber porqué, le vinieron a la mente los impactantes ojos del dragón cuando la miró, y la lágrima que desprendió. Casualmente, vislumbró una pequeña gota de rocío que colgaba entre los pétalos, y sin poder evitarlo, sonrió. 
El amor que jamás pudo declarar el dragón, la naturaleza se lo coincidió, transformándolo en la rosa más bella de todas, la flor del amor eterno. 
La leyenda del Dragón, eclipsada por la del caballero Sant Jordi, dónde se cuenta, que un dragón tuvo que morir y convertirse en rosa, para confesar su amor a una princesa humana.
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sábado, 9 de mayo de 2015

I'm back!

¡Buenas tardes a tod@s!

¡I'm back!
Siento haber estado tanto tiempo sin subir entradas, ni textos (podéis reñirme, adelante), pero los estudios son lo primero, ¿verdad? Y por fin, después de la oleada final de exámenes trimestrales de bachillerato, he conseguido sacar un ratito para vosotros... Hoy me ha pasado algo, que ha echo que vuelva a recuperar la confianza para seguir escribiendo, y obligar a mi imaginación a dar lo máximo de ella, para llegar a mi mayor sueño: ser escritora. Tal vez es un sueño pequeño, simple y vulgar para unos, pero para mí es una meta que alcanzar. Había substituido mis hábitos de escribir por los de estudiar, y he perdido práctica... Pero daré lo mejor de mi, y lo imposible también. Y para empezar, he escrito un pequeño textillo que represente más o menos la situación hasta ahora. Espero que os guste ^^ 

Sentimientos olvidados

En el ancho y oscuro mar de mis recuerdos, se encontraba un sentimiento olvidado, extraviado. La pequeña y dulce Imaginación, se mecía inconsciente entre mis memorias y vivencias oxidadas, caída en el olvido y abandonada a su suerte. Nadie había requerido su talento en varias semanas y, entristecida, se confió a las sombras y al aislamiento. 
La dueña de mis sueños, la titiritera de mis textos, la causante de mi pasión, por escribir, me había abandonado. Yo la había alejado. 
Pero, algo despertó a la pequeña Imaginación de su letargo. Abrió los ojos con lentitud y descubrió, frente a ella, la figura etérea de Perseverancia, blanca y pura, ofreciéndole la mano. Y tras ella, se encontraban Esfuerzo y Esperanza, dispuestas a sacarla de aquel hoyo. 


Y así, he vuelto a perseguir mi sueño, con una gran dosis de Perseverancia, Esfuerzo, Esperanza e Imaginación. Y des de aquí, quiero agradecer a todas esas personas que me apoyan y me aconsejan, cuando tengo un mal día o cuando me encuentro con la temida "página en blanco". Gracias a todos, de veras, por estar lejos o cerca, recordándome que nunca deje de escribir. 

GRACIAS
(Que moñas me he puesto,¿ no?)
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viernes, 10 de abril de 2015

Efímera Ilusión

¡Buenas tardes a tod@s!

¿Qué tal os va todo? "¡Al fin apareces!" diréis seguramente. Pues si, al fin enseño la cabecita por aquí, ya era hora, ¿verdad? Siento estos espacios de inactividad interminables, pero es que he de estar muy pendiente del curso y claro... He de ser una chica aplicada^^ Aún así, os digo que Emma sigue viento en popa, y que cuando encuentro algo de tiempo, me pongo a escribir para que luego pueda colgar varias entradas a la vez ;) Dejando eso de lado, hoy os traigo un relato que he presentado en un concurso de mi instituto, y os lo quería enseñar. El tema a tratar es el amor imposible. Espero que os guste!

EFÍMERA ILUSIÓN



En el ínfimo instante en el que sus brazos la envolvieron, supo que su amor no podía ser más que un sueño frustrado. Buscó algún rastro de calor entre la frigidez del metal que la rodeaba, pero su esperanza se desvaneció y se volvió un nudo en la garganta, al comprobar la veracidad de su mayor temor: Sus sentimientos hacia aquel autómata habían caído en saco roto. Acarició los férreos dedos de su amor, simples tuercas y planchas metálicas, en los que no descansaba ningún afán de calidez, y una débil lágrima se escapó entre sus mejillas al experimentar el agrio sabor de la decepción y la impiedad de la desilusión. Él, con expresión neutra, miró a la muchacha que se acoplaba a su cuerpo cómo si su vida dependiera de ello, y por un instante, sintió una punzada de calor en sus dedos, justo dónde ella lo estaba rozando. Quiso apretar su mano y mantenerla cerca de él, deseaba prolongar aquella dulce sensación por más tiempo, pero su carcasa no respondió. Contempló cómo la muchacha se deshacía en lágrimas por algo que no lograba comprender, y otro sentimiento lo apresó, lacerante y desgarrador. Quiso huir, lleno de temor y una confusión que le acongojaba, pero sus mecanismos habían dejado de funcionar, por alguna extraña razón. La humana, sostuvo su rostro entre sus manos y lo miró directamente a los ojos, buscando un simple parpadeo, un pequeño gesto que iluminara y sanara su corazón destrozado, pero sólo encontró un agónico vacío en aquellos LED's de color esmeralda. El androide, creyó ver un inmenso cielo estrellado dentro de los luceros de aquella mujer, tan vívidos y refrescantes, y sufrió por no poder contemplarlos unos instantes más, cuando ella bajó la cabeza, derrotada y exhausta. Imploró a su cuerpo que se moviera, para poder abrazar a aquel ser débil y apenado que tanto lo estaba confundiendo, rezó por una simple rotación de mecanismos y gritó por un simple parpadeo, pero nada pasó. Lleno de sentimientos que desconocía, observó cómo la muchacha que lo había descolocado, se apartaba de su lado intentando dibujar una sonrisa en su rostro. No podía continuar con aquella tortura a sí misma, a si que reunió fuerzas de flaqueza, y se separó del autómata, con un gran vacío en su alma y con su corazón fuera de combate. Trató de sonreír, pero no había nada que la incitara a ello. Se alejó del amor de su vida, y lo último que vio de él, fue su expresión vacía e imparcial que la observaba alejarse, sin poder remediarlo. Él, en el ínfimo instante en el que ella lo abandonó, supo que su amor no sería nada más que un sueño frustrado.
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