-Firma.
Lo miré como una viejecita que mira un ordenador de ultima generación y firmé con rapidez, deseando tener en mis manos el esperado paquete. Después de despedirme de la mujer y de declarar el paquete como mi tesoro (en plan smeagol) lo abrí junto a mi hermana. Y ahí estaban! Nuestros libros queridos! ¡¡Que ganitas de leerlooos!!
Preciosos, ¿verdad?
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