viernes, 26 de septiembre de 2014

Eyra. 3



El tumulto de curiosos se abrió para dejarme a la vista de la diosa, entre susurros y exclamaciones de sorpresa.

-Eyra…-gruñó, sin girar el rostro.

Crucé los brazos y avancé hasta colocarme al lado de Aihrel. Miré a Odín con expresión irritada.

-Controla a tus perros, Odín. O sinó, la proxima vez seré yo misma quien les ponga el bozal-espeté- Y tu, Freyja, en vez de perder el tiempo con tus panteras, vigila tus dominios.

Freyja, con gesto malhumorado, siguió con el rastreo de Aihrel. Pero supe que se sentía culpable. Nadie venera más la vida de una valquiria que su propia madre. Y así era Freyja, la madre de todas nosotras.

-No tienes nada, Aihrel-dictó- pero sería mejor que descansaras.

Para la sorpresa de todos, Aihrel explotó en furia.

-¡Claro que no me he hecho nada!-exclamó alzando los brazos-Podría haber acabado con ellos yo solita -se cruzó de hombros y bufó- No soy una niña pequeña.

Freyja abrió los ojos como platos. Nunca había visto a Aihrel tan mosqueada.

-En eso tienes razón-dije colocándole la mano en el hombro, intentando calmarla. Esa chica parecía una bomba a punto de explotar- No querría experimentar ese home run directo a mis partes- miré al einherjar que se retorcía de dolor mientras sus compañeros intentaban levantarlo y no pude evitar soltar un quejido- ha sido un lanzamiento perfecto.

Aihrel sonrió y me agradeció el cumplido. Freyja suspiró, aliviada. Se dirigió a mí:

-Eyra, acompañala a su habitación. Creo que eres la más indicada para ello-expresó, mirando a los guerreros de Odín por el rabillo del ojo.
Sonreí. Era su forma de decir que estaba orgullosa de lo que había hecho. Sin mediar más palabras, acompañé a Aihrel a su habitación. Y en ese trayecto, surgió una profunda amistad. Una amistad que ha perdurado durante milenios.

-Eyra, te has quedado embobada- dijo Aihrel entre risas-¿En qué piensas?
No caí en la cuenta de que había pasado un buen rato pensando en cómo conocí a mi nonne. Solté una pequeña carcajada.
-Adivina…
Aihrel no necesitó más que esa palabra.

-Déjame pensar…-dijo poniendo los ojos en blanco, bromeando- ¿De nuevo en Eyralandia?
-¡Exactactamente!

Las dos reímos de nuevo. Era por sabido que yo tenía una facilidad asombrosa para desconectar del mundo y quedarme en el limbo, atontada con cualquier cosa.

-¡Pues baja de donde quieras que estés y vístete!-exclamó, tirándome un cúmulo de ropa a la cara- ¡Que nos espera una buena jarra de hidromiel!

 Eyra.2

2 comentarios:

  1. Desde luego las amigas son un tesoro y ellas dos se unieron de una forma muy curiosa.
    Se protegen y se apoyan entre ellas. Las estoy cogiendo cariño ;D
    Un beso
    Lena

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    1. Son tal para cual :P Me encanta que te encante jejeje (valga la redundáncia) Gracias por comentar preciosa!
      Un besote!

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