jueves, 28 de febrero de 2013
La pequeña Roja::
Nuestra pequeña grita, frustrada. Está encerrada en un pequeño hueco frío y sombrío. Gruesas cadenas metálicas la envuelven en un mortífero abrazo. No puede moverse, sólo gritar y llorar desconsoladamente. Su piel se ha vuelto pálida y apagada. Sus ojos ya no muestran nada más que lágrimas suicidas y en su cuerpo ya se pueden divisar la silueta de todas las costillas a través del fino vestido.
La conciencia la observa desde lejos y la compadece.
De rodillas, la compasión suplica al habitante que la libere, y la rabia permanece callada a su lado, impotente ante la situación. Le bulle la cabeza y le duelen las entrañas.
Nuestra pequeña se ha vuelto débil. Las heridas no dejan de torturarla, el dolor es demasiado insoportable. De su boca, una pequeña filigrana escarlata desciende por todo su cuerpo y se dispersa en el tejido de su blanco vestido, que ya no es blanco. Arrodillada en el suelo-ya no tiene fuerzas para mantenerse en pie- suplica una y otra vez que el martirio cese, que aquella tortura se acabe.
Pero sabe que ese dolor no llegará a su fin. <<Es lo que me merezco...>>
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