domingo, 17 de febrero de 2013
La pequeña Roja sufre continuamente los cambios de humor de su habitante. Un día su cara puede estar llena de alegría y una cálida sonrisa iluminar todos los huecos oscuros de su interior. Y en una milésima de segundo puede estar sufriendo la más terrible agonía, gritar de dolor y sentir gélidos puñales clavándose en ella. Ya no siente paz. Siempre en guardia, esperando el momento en que toda esa luz vuelva a irse. Siente miedo? No lo sabe. Sólo esta confusa y cansada. Por suerte, los días de calma compensan. Sólo tiene que aprender a saber cuando viene la tormenta. Cree que jamás podrá adivinarlo. Su ser es completamente impredecible.
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