El microrrelato narra la historia de un chico que va a visitar dicho museo, y se encuentra con esta figura, que lo atrae desde el principio. Pero para saber cómo deberéis de leerlo ;)
La dama nocturna
-30 de Octubre-
De todas las esculturas que había visto, esta fue la primera a la que escuché hablar. Se mostraba ante mí con una belleza regia y fría. Los compañeros murmuraban a mí alrededor, pero yo tan solo escuchaba un dulce canto que resonaba desde el interior del mármol. Las sinuosas formas de su vestido y su pelo libre me hipnotizaban y me abstraían del mundo. Desde el resto de la visita, solo conseguí escuchar la melodía de aquella dama nocturna.
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-3 de Noviembre-
Han pasado cuatro días desde la visita. El canto de aquella mujer sigue torturándome cada noche, perdonándome solo unos momentos de paz cada cierto tiempo. Pero aún así siento que es una dulce tortura y preferiría dejar de existir antes que dejar de escuchar su voz… Mi aspecto se ha vuelto febril y débil, resaltado por mis pronunciadas ojeras que se vuelven más profundas por cada noche en vela que paso. Sueño con su rostro pálido y perfecto, con su piel suave y sus manos que me atraen hacia ella mientras susurra mi nombre. No sé cómo quitármela de la cabeza, ni tan sólo sé si quiero hacerlo. Me estoy volviendo loco.
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-15 de Noviembre-
-¡Josh! ¿Me estás escuchando?
Realmente no, mamá.
-Si, te estoy escuchando. No hace falta que grites- digo con indiferencia.
Con la práctica he aprendido a saber que dice mi madre y las demás personas con solo mirarles. Los rasgos faciales son como un libro abierto.
-Hijo…últimamente…ya no comes…
Asiento y pongo cara de entender lo que me dice, aunque no sea así. Tan solo escucho palabras sueltas, pero con eso ya me vale para saber que esta preocupada por mi salud y mi vida, que han ido empeorando con el paso de las semanas. No quiero preocuparla ni hacerle sufrir, pero es inevitable: ya prácticamente no como, no asisto a la escuela y no consigo dormir. Me he vuelto un espectro que deambula por la casa, siempre con una manta sobre mis espaldas por el frío que siente mi cuerpo enfermizo. Todo ha empeorado en cuestión de días, y ya no solo veo a mi dama por la noche, sino que ahora se presenta todos los días para acabar de rematar mi creciente locura, llamándome y cantando desde cada rincón de mi habitación, pasillo o estancia en la que me encuentre, impidiéndome hacer vida normal. De vez en cuando escucho a mi madre hablar con mi padre sobre mí, y oigo palabras como “psiquiatra”, “trastorno” o incluso “enfermedad mental”. Me río. Ilusos.
-Si, te estoy escuchando. No hace falta que grites- digo con indiferencia.
Con la práctica he aprendido a saber que dice mi madre y las demás personas con solo mirarles. Los rasgos faciales son como un libro abierto.
-Hijo…últimamente…ya no comes…
Asiento y pongo cara de entender lo que me dice, aunque no sea así. Tan solo escucho palabras sueltas, pero con eso ya me vale para saber que esta preocupada por mi salud y mi vida, que han ido empeorando con el paso de las semanas. No quiero preocuparla ni hacerle sufrir, pero es inevitable: ya prácticamente no como, no asisto a la escuela y no consigo dormir. Me he vuelto un espectro que deambula por la casa, siempre con una manta sobre mis espaldas por el frío que siente mi cuerpo enfermizo. Todo ha empeorado en cuestión de días, y ya no solo veo a mi dama por la noche, sino que ahora se presenta todos los días para acabar de rematar mi creciente locura, llamándome y cantando desde cada rincón de mi habitación, pasillo o estancia en la que me encuentre, impidiéndome hacer vida normal. De vez en cuando escucho a mi madre hablar con mi padre sobre mí, y oigo palabras como “psiquiatra”, “trastorno” o incluso “enfermedad mental”. Me río. Ilusos.
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