martes, 30 de septiembre de 2014

Aider. 1



Esa noche, la luna se había ocultado tras las nubes para no presenciar la sangrienta cacería de bestias. Los jinetes dorcha ensillaron a sus tigres grises, que ronroneaban impacientes por salir de caza, y se equiparon sus armas de combate a la espalda: Grandes arcos de fibra de carbono, ligeros y resistentes, ideales para su clan, mortíferos para sus presas. Calaron sus cuerpos con gruesas túnicas para soportar las gélidas temperaturas nocturnas y resguardaron sus rostros con grandes capuchas forradas de pelo de buey.

Era la primera cacería de Aider, pero aún así mantenía el tipo. Era la única mujer que había logrado convencer al jefe para participar en una retrería y estar envuelta de hombres fieros que le sacaban cuatro cabezas no ayudaba. Pero aquello solo le infló el orgullo, pensando que una chiquilla de cuarenta y cinco kilos y metro sesenta podía estar a la misma altura que aquellos asesinos despiadados, curtidos en mil batallas. Su destreza con el arco y su velocidad casi inhumana había llegado a los oídos de los grandes jefes y todos los clanes querían verla en acción. Mientras Aider ensillaba a su tigresa Shy, se tomó unos momentos para observar a los guerreros: En las cacerías siempre se presentaban dos cazadores de cada clan. En total podía haber más de cientos de clanes repartidos por el mundo, pero en la zona norte tan sólo subsistían cinco clanes, debido a las condiciones climatológicas extremas. Diez guerreros iban a pelear aquella noche.

-Oye muñequita, espero que tengas buenas piernas para agarrarte fuerte a tu gatita gigante cuando huyas al ver a tu primera bestia- vociferó uno de ellos al pasar tras Aider.

Todos los guerreros se carcajearon ante aquel comentario. Esta, sin aminalarse, le dirigió una provocativa sonrisa. Ya le habían advertido de los comentarios que recibiría por parte de los cazadores y supo que aquella noche podrían su orgullo a prueba. Lo que no esperaban, es que fuera la chica más orgullosa y astuta con la que se habían topado. Jen, que pertenecía al primer clan y era el propietario de la pulla, seguía desternillándose junto a sus compañeros, cuando sintió el frío atroz del norte calándole las partes bajas.

-¿Qué demonios…?-soltó sorprendido, al ver sus pantalones echos jirones y desperdigados por el suelo, incluso sus ropas interiores.

Los demás hombres callaron. Dirigieron su mirada a Aider, que continuaba en el mismo lugar –junto a su tigresa- pero que en vez de sujetar los amarres de la montura, sostenía una afilada daga plateada. Su filo parecía gritar “¡sangre!” y el reflejo que se dibujaba en su contorno le daba un aspecto salvaje y mortífero. Aider se dio la vuelta y con una sonrisa triunfal en los labios, dijo:

-Ten cuidado, no vaya a ser que la bestia esté más cerca de lo que imaginas. Así que –alzó la daga- espero que tengas tus partes cubiertas para cuando venga a por ti, no vaya a ser que te mees en los pantalones que ya no tienes- se guardó el puñal en un pequeño espacio entre sus botas y continuó ensillando a Shy.

Jen enmudeció, pero los demás guerreros estallaron en risas, pataleando el suelo y sujetándose las panzas.

-Zorra…-espetó, resentido. Aquella muchacha lo había dejado en ridículo delante de los más fieros asesinos de cada clan. Se lo haría pagar.

Esta, para acabar de rematar, le guiñó un ojo.

-Siento haber herido tu orgullo de mujer, Jen.

¿Qué os ha parecido este comienzo? ;)




2 comentarios:

  1. Buenisimo, me encantan las chicas con caracter que no se dejan amedrentar por chulos y prepotentes ;D
    ¿Para cuando el próximo?
    Un beso
    Lena

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues entonces con Aider te vas a llevar de maravilla ;) Yo creo que de mis tres protas, es la más luchadora, orgullosa y con un carácter que nadie puede derribar. Dentro de unos días subiré otra próxima entrada, pero todavía no tengo días fijos. Ya planearé los días para subir con continuidad ^^
      Un beso guapa!

      Eliminar