lunes, 17 de noviembre de 2014

Aider. 4



-¿Calmar tensiones, dices?-le dijo con un hilo de voz a Eivor.

El hombre chasqueó la lengua y negó con la cabeza. Aaren había llevado por otros derroteros a su discurso “esperanzador”.

-No te preocupes, ¿de acuerdo? Yo estaré a tu lado en todo momento.

Aider respiró hondo e intentó calmarse. Debía mantener el tipo. 

-Ni se te ocurra dejarme…

El sonido ronco de una corneta la hizo callar. La señal. Los tigres rugieron y algunos arañaron el suelo con sus garras, ya preparadas para la cacería. Shy se sumó al grupo, impaciente. Aider y Eivor se miraron y, para cuando ella quiso darse cuenta, ya cabalgaba tras su compañero, de camino al encuentro con las bestias oscuras. Se agarró fuerte a las riendas y se obligó a pensar en otra cosa. Acarició a su tigresa, que corría divertida, sorteando troncos caídos y árboles que se entrometían en su camino. Sintió cada uno de sus músculos estirarse y volver a flexionarse, la fuerza de sus patas al impactar contra el suelo, su fuerte respiración y vio cómo sus orejas se movían en todas direcciones, escuchando los sonidos de su alrededor. Aider miró hacia atrás y se percató de que era la última del grupo. Entonces, tiró de las riendas y dejó que Shy corriera todo lo que le daban las piernas. El temor acabó por disiparse poco a poco y dejó paso a la eufória y la adrenalina que le producía la velocidad. Al cabo de unos segundos, consiguió avanzar a Eivor, hasta quedarse a su lado. 

-¿Cómo lo llevas?-preguntó, sin dejar de mirar al frente. 
-Un poco asustada-admitió. Eivor era la única persona con la que le gustaba expresar sus verdaderos sentimientos.

El hombre sonrió y alentó a su pequeña cazadora con una sonrisa.

-No temas, estaré siempre pegado a tu sombra.
-Más te vale, viejo- le devolvió la sonrisa. 

*************************

La vegetación cada vez se iba volviendo más frondosa y la cantidad de árboles aumentaba considerablemente, dificultando el paso de los jinetes. Y cuanto más se adentraban, más oscuro se volvía el terreno, porque las grandes copas de los árboles, impedían el paso de su claridad. 

-¡Estad alerta, jinetes!-exclamó Hadar, en cabeza.

Aider se aferró con más fuerza a su tigresa y parpadeó varias veces, hasta que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad. Vió a Eivor y a los demás hacer el mismo gesto, mientras divisaban el terreno con sus armas en la mano. Tocó su arco, asegurándose de que seguía ahí. Sintió el tacto suave que desprendía y se entretuvo resiguiendo los estigmas grabados en él. Respiró hondo y se obligó a pensar con claridad. Sabía que su destreza en la lucha se vería puesta a prueba hoy, y no iba a desperdiciar esa oportunidad. Deseaba con todas sus fuerzas ser un jinete dorcha. Los jinetes ‘oscuros’ eran los responsables de la seguridad de sus clanes, de protegerlos y velar por su seguridad, y eso añadía las cacerías de Bestias, uno de los acometidos más peligrosos del clan. Pero para ella aquello tan sólo había sido un incentivo para su objetivo. Ansiaba tener la fortaleza, la fuerza y la destreza para poder combatir y proteger a los suyos, cuando la situación lo requiriera. 
El rugido del tigre gris de Gael alertó a todos los jinetes, que husmeaba el ambiente frenéticamente.

-¡Preparaos!-gritó este, levantándose sobre su montura.

Entonces, sus ojos pasaron de tener un color acaramelado, a un amarillo eléctrico salvaje. Su tigre aflojó el paso y enseñó los colmillos mientras sus ojos se volvían del mismo color que los de su amo. Los demás cazadores ralentizaron la marcha y miraron a Gael, que escrutaba la maleza de su alrededor, como si de un águila se tratase, buscando su presa. Al fin y al cabo, aquella era su especialidad. 

-Se acerca un grupo menor por el frente-informó, sin apartar la vista de la oscuridad del bosque.
-¿Cuántos?-preguntó Daven, desenvainando su espada. El acero brillaba bajo el cielo, igual que su arco, pero este último tan sólo lo usaba para distancias largas, cómo la mayoría de cazadores. 
-Cinco-aclaró-, dos de rango 4 y tres de rango 2.

Aquella era la forma de catalogar a las Bestias, por rangos. Había un máximo de 7 rangos, vistos por el momento. Cada uno se diferenciaba por la cantidad de tiempo que llevaban en libertad en el mundo de los vivos-cuanto más tiempo, más fuerza presentaban-, la forma, la rapidez y si habían degustado la carne humana. Esta última característica, se debía al cambio que sufrían al separarse de su ente, al morir. Al desprenderse de él, se convertían en seres con necesidades, y la más elemental de ellas en aparecer era el hambre. Si el rango era mayor, significaba que esos atributos estaban mucho más avanzados que los de rango más inferior, por lo tanto, más fuerza, velocidad, mayor dimensión corporal y más sed de muerte. Así de simple.

-De acuerdo, de los de rango 4 nos encargaremos el primer y el segundo clan-ordenó Steph- y los de rango 2 para los clanes en los que tenéis como mínimo tres arqueros, Orian, Aider y Gael. ¿Os parece bien?

Aider agradeció que su primer combate fuese con una Bestia de rango inferior, y sus nervios se esfumaron, para dejar tan sólo la creciente adrenalina que gritaba por dejarla salir de su cuerpo.
Todos los jinetes asintieron, mientras escuchaban atentos las ordenes de Steph.

-Cuando lleguen, vosotros-dijo mirándonos- deberéis alejarlos del grupo de rango 4. Llevarlos hasta los límites del bosque, y allí eliminadlos, así nosotros podremos acabar con los de rango 4 más fácilmente. 

Todos asintieron y se prepararon para combatir. Orian le susurró algo a su tigre y seguidamente trepó por un árbol hasta desaparecer tras la frondosa copa. Escuchamos el tensar de un arco y un silencio sepulcral. Orian tenía un don para el sigilo. Siguiendo a este, Aider se descolgó el arco y lo armó con una flecha, mientras observaba cómo el tigre del arquero del árbol se ocultaba tras el tronco, esperando a que su amo descendiera. Los demás guerreros desenvainaron sus armas y en completo silencio, esperaron. Aider se concentró en relentizar su respiración, para apuntar con más certeza, cuando vieron volar a gran velocidad una flecha que salía disparada de la copa del árbol, e impactó frente los grandes arbustos que nos tapaban la visibilidad. Un rugido atronador surgió tras estos y la enorme figura de una Bestia lo precedió, esprintando hacia nosotros con las fauces abiertas. Medía más de dos metros, y su apariencia era aterradora, o así le pareció a Aider cuando lo vió: Un grandioso ente teñido de negro, con los ojos de un rojo esmeralda intenso y unas garras y fauces más grandes que su cabeza. Y tras este apareció otro del mismo tamaño, y tres más pequeños, aunque más veloces. 

-¡Ahora!-bramó Steph, mientras los suyos retenían a los de nivel 4 con sus hachas y espadas.

Orian bajó cómo un rayo del árbol y aterrizó sobre su montura. Sin dejar de alzar el arco, lanzó tres flechas a los de nivel 2 y nos señaló con la cabeza que le siguiéramos. Su compañero Hadar lo siguió de cerca, mientras le informaba sobre las características que había visto de cada una de las Bestias. Al mirar atrás, Aider vislumbró las tres figuras oscuras que les seguían pisándoles los talones.

5 comentarios:

  1. ¡Por fin empieza la acción! ;D
    Cazadores contra bestias infernales, esto pinta de miedoooo.
    Yo quiero un tigre también... XD
    Un besazoo
    Lena

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    1. Yo también Lena... Con lo que me gustan los gatitos, uno multiplicado por diez... debe ser la hostia! jejejejeje Gracias por el coment, la verdad es que ya era hora de que comenzara la acción no? ;)

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  2. Hola Lu!
    Excelente empieza el buen desarrollo del asunto! Me gusta mucho como escribís y las descripciones que das. Me quedo para las prox posts...
    Un besote nena :D

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    1. Significa mucho para mí que me digas eso Pauly^^ Espero mejorar poco a poco! Un beso enooorme y gracias por el comentario!

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  3. Hola!! Me paso por aquí para decirte que te he nominado a los Best Blogs!! http://lasombradetusojos.blogspot.com/2014/11/premios.html

    Besazos!!

    Lurei Book

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