jueves, 26 de junio de 2014

Las cuatro mujeres

Hace tiempo que quería hacer un texto en el que representara a cuatro mujeres y sus estaciones. ¡Y aquí las tenéis! Espero que os guste ;)


Los árboles se preparan para su llegada,
se desvisten y exhiben sus cuerpos desnudos
sintiendo su presencia y acogiéndola en sus brazos.
Los pájaros vuelan lejos,
huyendo de sus frías garras de escarcha.
Ya se siente el frío,
colándose por nuestros abrigos;
La ciudad se viste con un precioso vestido blanco,
recibiendo con gentileza a la reina del hielo,
regia dama del invierno.
Con ella llegan frías tormentas,
grandes vendavales,
vaho en nuestros cristales…
Deja un rastro de plantas marchitas y
paisajes desoladores,
pero entonces,
como si de una luz purgadora se tratase,
los primeros rayos de sol la iban precediendo,
dotando de vida y fulgor a la naturaleza que 
antes mustia se mostraba.
Y con el paso de la mujer de cabello blanco,
llegaba la fémina de las primeras alegrías.
Y con ella, la ciudad volvía a mudar a colores más vivos.
Las primeras aves la escoltan, y 
a cada paso que da, regueros de flores frescas nacen,
concediendo al ambiente una agradable fragancia.
Su cabellera cobriza ondea con las cálidas ráfagas de viento,
mientras observa a los niños de cara rosada y espíritu fuerte
jugar en medio de llanuras verdes que ella misma había creado,
y niñas de sonrisa inocente y justa 
crear coronas con flores que ella misma había visto nacer.
La tierra se hace remover y
las semillas de los primeros cultivos vuelan de las manos labradoras,
preparándose para las lluvias incesantes que trae La Primavera. 
Época de irritantes alergias,
de enamoramientos y nuevos comienzos…
Y con el paso del tiempo, 
una alocada mujer de tez bronceada destrona a la alegre primavera,
pisando fuerte con el calor del verano y el sol por bandera.
La agradable temperatura se vuelve ardiente,
la ropa disminuye y los cuerpos se exponen como obras de arte.
Ha llegado la diosa del fuego,
la reina de la playa,
y consigo ha traído la pasión, 
el desenfreno, bailes y fiestas sin control.
Danza libremente entre jóvenes y adultos, 
pasando desapercibida entre botellas alcohólicas y música rompedora.
Es la más desinhibida de las cuatro, la más fogosa y sensual,
motivo envidiado por todas ellas.
De sonrisa blanca y ojos de color miel,
encanta e hipnotiza con el movimiento de sus caderas,
trayendo la libertad a los estudiantes, que tan esperaban con impaciencia.
Y con un chasquido de dedos transforma la sobriedad en grandes verbenas,
contagiándonos con su necesidad de disfrutar cada momento,
de bailar, reír, beber y cantar hasta el amanecer.
Y con ella también llegan tiempos de descanso, 
de tardes bajo la sombra de grandes robles,
interminables siestas y baños refrescantes.
Hasta que llega la señora de los primeros vientos y
los primeros abrigos,
las primeras lumbres junto familiares y
las lluvias de hojarasca seca, dejando los troncos secos y
con aspecto anciano.
Su presencia se vuelve palpable en la naturaleza,
tiñéndola de colores apacibles y hogareños, 
decorando su reino con tonalidades ambarinas, cítricas y cobrizas.
Y así llega el otoño, entre la ardiente mujer del verano 
y la savia doncella del invierno. 
Un punto medio donde los habitantes veneran los cálidos vientos,
contrastados con la frescura proveniente.
Un lugar donde descansar antes de la tormenta
que propinará la reina del hielo en invierno.





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